(with Paul Silverthorne, viola) Mozart, Brahms y no tenía programa.
Un sitio guay, centro cultural como tantos otros. Una sala pequeña pero perfecta para un concierto como este. Y las luces molan, jeje, azules.
Las entradas fueron cortesía del profe, lo que me parece genial y amable por su parte.
Empezando con el trío, tenían un empaste bonito, aterciopelado… Sí, agradable y también apasionado. El violín tenía un sonido dulce en general que se acoplaba muy bien a la oscuridad del chelo. Sin embargo alguna desafinación se le escapó. El piano llamaba la atención por su claridad y limpieza, por su ámbito de matices y por las líneas melódicas largas, aunque es verdad que los demás también llamaban la atención fraseando, y llegando juntos a todos los puntos.
El programa había que pagarlo, como siempre aquí, así que no me enteré del compositor de la primera obra. Era interesante, romanticismo tardío, que me hizo entrar en schock cuando después cogieron el Mozart. . . No hombre no, no me hagas eso, que desconecto y me adormilo.
Con el Brahms llegó el viola, su corbata y su coleta. No hay que juzgar por las apariencias pero ya que estamos, ¿no te parecen un poco impresentables esas pintas? Digo yo, no sé.