Volodos. Barbican

Liszt y Schumann.

Aunque a veces se tome unas licencias que no son de mi agrado particularmente, es cierto que Volodos va más allá de la partitura con el sonido y el fraseo. A veces se monta en la luna con el rubato, pero con un pedal tan sumamente controlado, consigue que siga escuchando.

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