Erina Takahashi, Odette and Odile

Yonah Acosta, Sigfrido

No podía irme de Londres sin ver el ENB y el Royal Albert Hall, y la combinación de ambos con el Lago de los Cisnes fue explosiva. Realmente ha sido una experiencia que voy a recordar con mucho cariño, por estar tocando esta música y por el gran regalo que fue verlo.

El teatro se las trae. Es un auténtico coliseo: enorme, precioso, con una iluminación espectacular. No sé realmente cómo describirlo, porque sólo me viene a la mente eso: “grande y precioso”.

La orquesta molaba, y molaba la directora. Me dio mucha impresión cuando empezaron a tocar y a salir los bailarines… Estábamos ahí, ¡viendo los patitos! Estoy muy pava pero es que fue como un sueño. Ya he visto este ballet un par de veces pero no, no tiene nada que ver. Esta gente es de otra liga y así lo demostraron. No hubo nada que no fuera extraordinario, qué emoción. Fue brutal, brutal la escena del lago cuando empiezan a salir tutús y cisnes de un lao y otro… ¿Pero cuántos había? Fui capaz de contar sesenta cabecillas pero podría decir que alguno más había en escena. Qué grande. Qué solistas más brutales. Yeah, bravo por esta gente. Gracias por esta gente.

Fanfare for three trumpets

Symphonies of Wind Instruments

Agon (Armitage Gone! Dance)

The Rite of Spring

 

Quitando que Stravinsky me parece uno de los genios más genios del siglo XX, me llevé un poco de chasco. Cuando veo que hay dos ballets programados y una compañía de danza... Me imagino que van a bailar los dos ¿no? Yo que iba tan motivada a ver dos ballets de Stravinsky en el mismo concierto... ¡Já! Ilusa.
La compañía estaba formada por 6 personas, lo que me parece bien, y la técnica y coreografía eran buenas, pero el negrito zumbón estorbaba. Yo lo siento mucho pero, aunque el tío es muy bueno a solo, a ellas no las ayudaba para nada. La atmósfera genial, la forma en la que aprovecharon el espacio guay pero claro, después del descanso vuelvo y me encuentro un millón de instrumentos de percusión donde estaban bailando antes. Chasco y desmotivación.
Aun así disfruté La Consagración. Es algo sobre natural, música de dioses para dioses. ¿Una de mis obras preferidas? Sin duda en el top ten de las composiciones que marcan la historia de la música y de la danza.

Schubert Sonata in A major, D959

Szymanowski Mazurkas, Op.50 Nos. 13-16

Schubert Sonata in B flat manor, D960
Que venga Zimerman a sustituir a Mitchuco Uchida no está nada mal. Me hacía mucha ilusión ver a la Mitchuco pero no me disgusta el trueque; por lo menos no hicieron lo de la otra vez.
Con lo meticuloso que es este hombre para los conciertos, me sorprendió que tocara todo el concierto con partitura. La tenía inclinada y apaisada, qué curioso.
Podría decir que es un poco frío pero la perfección de frases, sonido, pedales, ataques…me pareció extraordinaria. No aportaba demasiadas cosas pero no se dejaba nada por el camino. Como creo que debe ser Schubert: sincero y transparente. Algo que sí fue muy personal fue la forma de esperar en los calderones y en las cadencias, al límite de tempo y silencio pero en el punto exacto de intrigarte para lo siguiente.

Puede que tocar las Veinte Miradas sea una de las locuras más grandes que se le puede ocurrir a un pianista. Simplemente leerlas ya me parece bárbaro, así que tocarlas en recital es para tener un par de narices.

Entramos a las 7:30 y salimos a las 10:15 con un descanso de 20′ entre medias. Yo ya no podía más, no puedo imaginar cómo terminaría el pobre. Conociendo un poco esta música, no me sorprende tanto la fuerza, los colores y el entusiasmo que le pone, sino la capacidad mental de comprender e interpretar esa partitura. Lo que más me transmitió fue inteligencia, aunque fuera también eso lo que le faltara para dejar de lado el LangLangnerismo que tiene. Demasiado parasismo innecesario, bajo mi punto de vista.