Tenía la promesa de no escribir nada sobre compañeros, pero como aquí cada uno va a su bola y puede que no las vuelva a ver ni por los pasillos, voy a decir algo,que quién sabe, alomejor acaban ganando inmerecidamente algún concurso y resulta que yo las vi rodar.

No ha estado mal pero eso, un concierto de rodaje. Había muy buenas cosas claro pero estoy segura de que pueden tocar mejor, sobre todo la primera. Es cierto que la iglesia es enorme, que había un micrófono chirriando y que la gente paseaba por al lado, pero un poco más de sangre no tiene que ver con todo eso.
Por lo menos la iglesia era bonita. Muy muy grande y en medio del campus como un edificio más. Hay conciertos dos veces a la semana, así que volveremos a hablar de ella.

Estás aburrida en la cola de las cabinas y como todo el mundo está sumergido en la tecnología, pues ea, te metes tú también. Y resulta que recibes un email masivo ofreciendo entradas a £5 para el concierto. Tchsss! Que le den a las cabinas, a mí esa entrada no me la quitan.

Todo pianista ha escuchado mil veces la frase “Esto debe sonar como un cuarteto”. Pero sinceramente, que levante la mano el que de verdad alguna vez lo haya sentido. Pocos, estoy más que segura. Y la razón es porque los pianistas no solemos escuchar este tipo de agrupación, y hoy me he dado cuenta del enorme error que cometemos.

El cuarteto era un todo, un instrumento formado por cuatro que interactúan y se apoyan entre ellos. Escuchaba cada una de las voces aparecer y desaparecer dando su opinión en el discurso, disputa o amorío. Veía las caras de los intérpretes, jejje qué cracks. Una chispa a la española, aunque los españoles no lo sepan.
Lo que ha sido un poco decepcionante ha sido el teatro en sí. Muy “normal”, pero lo que no tiene queja es la programación. Tres conciertos casi a diario. A medio día, a media tarde y por la noche. Cuándo te apetece el próxmo?
Ahora entiendo muchas cosas. Gracias Cuarteto Casals, mañana estudiaré de otra forma.

Recordáis el chico que conocí en el concierto de Dinara? Pues anoche me escribió diciendo que le sobraba una entrada para el estreno de Romeo y Julieta en el Royal Opera House.

Obviamente he ido, cosas así no pasan todos los días.
He llegado con tiempo, para darme una vueltecita por Coven Garden y también por dentro del teatro. Qué grande es. Y cuántas escaleras (mecánicas hombre, mecánicas). Estaba nerviosa y excitada desde por la mañana porque he visto este ballet en youtube bastantes veces y me había caído del cielo una invitación para el directo. 
Me puedo atrever a decir que lo conozco, pero hoy ha sido la primera vez que he sentido lo dramático que es. Me ha dolido a mí también esa puñalada. 15 timbalazos en medio del silencio nunca me había provocado tanta tensión. Tampoco un par de piruetas tan exactamente encajadas con la música. Dos flautas que al unísono suenan celestiales o una tuba que no hace pedorretas. Si  cuando algo es bueno es por algo.
Pero cada vez que salgo de estos sitios tengo la misma pregunta. Quién es la gente que llega en taxi y después se queda a cenar en el teatro?

De estas veces que redescubres una obra. De estas que encuentras voces donde ni las imaginabas o colores que ni sabías que existían. De esto que piensas en un chelo con un arco enorme soplando las cuerdas o una soprano que susurra con un hilo de voz.
Ha sido extraño. Viendo la ubicación en Google sabía que no era ningún salón de conciertos pero cuando he llegado me he quedado un poco desconcertada. Era una casa privada, de gente de mucha pasta por lo que se podía obviar, donde lo primero que han hecho al abrirme la puerta para pasar ha sido cogerme la chaqueta. En la segunda planta, y a modo de schubertiada con sofás y sillones para el público, había un piano. 
No voy a decir nada de la salvajada de programa que lleva esta mujer; lo pasaremos por alto porque sabemos que está rodando para El Chopin, pero por supuesto con cualquiera de las dos partes por sí solas hubiera sido un gran concierto.
Esta es la segunda vez que tengo la oportunidad de verla en directo y sigo pensando lo mismo: menuda bicharraca. No sólo la resistencia física y mental que tiene me sorprende, sino la magia que hace cuando canta el piano. No me quito de la cabeza las frases interminables o los pianissimos controlados al límite. 
Pero me ha pasado otra cosa curiosa, número no sé cuántos van de cosas que no me pasarían en España, y es que he conocido a un arquitecto más o menos de mi edad que me estaba comentando otras versiones del programa o de los ganadores del concurso. El tío no era músico ni había estudiado música en su vida pero…eso.
De estas veces que quieres levantarte y gritar. De estas veces que miras al de al lado por si ve que se te ha caído alguna lagrimilla. O de estas que simplemente, necesitas unos segundos para bajar a la Tierra. 

Una vez más en el Teatro Romano y sigo sorprendiéndome. ¡Es tan bonito! Perfecto. Espectacular, de verdad, sin duda digno de ver.
Aplazada un par de semanas y volviendo con fuerza la ópera al teatro, disfrutamos unos cuantos en petit comité de buenas voces, buena música y buen ambiente. Fueron dos horas y pico de suplicio culinario (llevad almohadas si os vais a sentar en el gallinero, como buena gente de clase baja) que merecieron la pena para ver tanto arte junto, aunque del arte de la buena pronunciación del francés pasemos un poco.
La orquesta sonaba potente y con energía, y en ella caras jóvenes, algunas para mí conocidas ¡felicidades chicos!… Aunque siempre nos encontramos el típico paquete, trompísticamente hablando.
Despues de un  d e s c a n s o  demasiado largo y una botella de 50cl por 2 euros demasiado corta, un segundo acto mas dramático, nada que ver con el primero, donde todo personaje en escena supo demostrar al máximo sus cualidades. Incluido el burro, que también tiene muchas tablas.